La mujer y su rol bíblico

Hace unos meses, un pastor estaba hablando a su congregación sobre el rol bíblico de la mujer y pocos minutos después comenzó a ver cómo un grupo de mujeres de diferentes partes de la iglesia se levantaban y se iban, mostrando desacuerdo con lo que dicho pastor estaba compartiendo, y es que muchas mujeres se han alineado a posturas no bíblicas de acuerdo a sus propios razonamientos, muchas veces, por no entender de qué se trata, o por no ver la belleza que hay detrás del patrón establecido por Dios, y así, pierden la bendición de vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, que es buena, agradable y perfecta.

La Biblia enseña que tanto los hombres como las mujeres son seres humanos creados a imagen de Dios y tienen un valor y dignidad intrinsecos.

Ambos son igualmente amados y valorados por Dios.

Sin embargo, Dios en su soberanía, sabiduría y perfección asigna diferentes roles y responsabilidades a hombres y mujeres en ciertos contextos.

Vivir o pensar de una manera diferente nos hace desobedientes a la voluntad perfecta de Dios.

En el contexto del matrimonio y la familia:

La Biblia establece que el esposo tiene la responsabilidad de ser el líder amoroso y protector de su esposa y su hogar, mientras que la esposa está llamada a respetar y apoyar a su esposo (Efesios 5:22-33, Colosenses 3:18-19). Ambos están llamados a someterse a Dios y someterse uno al otro en el temor del señor. Esta enseñanza no implica superioridad o inferioridad, sino un diseño precioso de Dios para el funcionamiento armonioso de la relación conjugal.

Lamentablemente, producto del pecado que hay en nuestras vidas, los matrimonios y hogares no funcionan correctamente, por eso hay consecuencias tan tristes de las cuales muchas de nosotras hemos sido afectadas.

Pero cómo fue que llegamos hasta este punto , bueno, El relato bíblico de la creación en Génesis nos muestra cómo Dios creó a Adán y Eva, los primeros seres humanos, y los puso en el huerto del Edén. Sin embargo, Eva fue tentada por la serpiente y pecó al desobedecer el mandato de Dios de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Como consecuencia, el pecado entró en el mundo y todos los seres humanos heredamos esta naturaleza pecaminosa. Nos revelamos a los patrones establecidos por Dios.

Debido a nuestra naturaleza pecaminosa, somos incapaces de cumplir los mandamientos de Dios y alcanzar la perfección necesaria para obtener la salvación por nuestros propios medios. Sin embargo, en su amor y misericordia, Dios envió a su Hijo Jesucristo para tomar nuestro lugar y pagar el precio de nuestros pecados a través de su muerte en la cruz. Mediante la fe en Jesús y su sacrificio expiatorio, podemos recibir el perdón de nuestros pecados y tener una relación restaurada con Dios.

Cristo es la esperanza para el matrimonio y la familia, ya que su presencia transformadora y su amor incondicional pueden guiar a los cónyuges a amarse mutuamente, perdonarse y servirse el uno al otro. Al someterse a la guía del Espíritu Santo y vivir según los principios bíblicos, una familia puede experimentar unidad, amor y propósito en su relación con Dios y entre sí.

En Cristo, la mujer encuentra perdón, restauración y una nueva identidad. Su papel en el matrimonio y la familia adquiere un significado profundo y transformador cuando está arraigado en su relación con Cristo. A través de su relación con Jesús, la mujer puede experimentar el amor, la gracia y el poder del Espíritu Santo para cumplir con gozo su rol en el contexto del matrimonio y la familia.

SOLAMENTE UNA MUJER Y UN HOMBRE QUE HAN RENDIDO COMPLETAMENTE SUS VIDAS A CRISTO PUEDEN LLEGAR A VIVIR ESTE HERMOSO PATRÓN DISEÑADO POR DIOS, PUES ES ÉL QUIEN PUEDE CAPACITARLES A TRAVÉS DEL ESPÍRITU SANTO.

En el contexto de la iglesia:

La Biblia establece que los hombres son llamados a asumir roles de liderazgo y enseñanza en la congregación (1 Timoteo 2:12-13, 1 Corintios 14:34-35). Sin embargo, esto no implica que las mujeres sean menos valiosas o no puedan servir en otros ministerios dentro de la iglesia.

La Biblia destaca la importancia de los dones espirituales y el servicio de todas las personas, tanto hombres como mujeres, para edificar y fortalecer la iglesia (1 Corintios 12:4-11, Romanos 12:4-8).

Concluimos que:

Cómo mujeres cristianas, es necesario que seamos humildes para asumir nuestro rol con amor y gratitud. Es el mismo Dios quien ha establecido lo que a él le glorificará de nosotras.

Y si hay algo en nuestro corazón que se oponga a estos principios, debemos ir con arrepentimiento y sinceridad delante de Dios, y estoy segura de que él nos ayudará y confirmará nuestro llamado.