Jesús, Te Seguiré…

Hoy quiero invitarte a reflexionar juntas sobre un pasaje de la Escritura que nos habla directamente al corazón, especialmente a nosotras como mujeres que buscamos tener un corazón enseñable para ser mas como Jesús. Lucas 9:57-62 es un fragmento lleno de enseñanzas profundas sobre lo que significa ser discípula de Cristo. Permíteme compartir contigo cómo estos versículos hablan a nuestra vida, nuestras luchas y nuestro llamado.

Lucas 9:57- 62  “Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. 58 Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. 59 Y dijo a otro: Sígueme. Pero él dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. 60 Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú ve y anuncia el reino de Dios. 61 Otro también dijo: Te seguiré, Señor; pero déjame que primero me despida de los que están en mi casa. 62 Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.”

El Costo del Discipulado

“Recuerdo muchas ocasiones, en mi propia jornada, sentirme como aquel individuo que le dijo a Jesús: ‘Te seguiré adondequiera que vayas’. Sentía ese deseo ardiente de seguir a Cristo, pero aún no comprendía completamente lo que esto implicaba. Jesús, con su respuesta sobre las zorras y las aves, nos enseña algo vital: el camino del discipulado no es el de la comodidad y la seguridad material. Para nosotras, esto puede significar renunciar a ciertas comodidades o expectativas de la vida que la sociedad a menudo nos impone. En un mundo donde el éxito a menudo se mide en términos materiales, seguir a Cristo puede significar elegir un camino menos transitado, uno de sacrificio y servicio, también implica luchar contra las tentaciones internas, como el orgullo, la envidia, la ira y el desánimo. En el ajetreo diario, mantener un corazón humilde y enfocado en Cristo puede ser un reto constante.”

La Prioridad del Reino de Dios

Cuando Jesús responde al hombre que quería enterrar primero a su padre, nos está enseñando sobre la prioridad del Reino. Como mujeres, enfrentamos muchas demandas – familiares, profesionales, sociales. Pero Jesús nos recuerda que nuestra prioridad principal debe ser Él y su Reino. Esto no significa descuidar nuestras responsabilidades, sino entender que nuestro primer compromiso es con Dios y su obra. En mi propia vida esto ha sido desafiante y en ocasiones no he visto el punto en el que me he alejado de esta prioridad, poniendo otras responsabilidades por encima, pero una y otra vez Dios amorosamente me ha recordado mi llamado a seguirle.

Mirar Hacia Adelante en el Discipulado

La respuesta de Jesús al hombre que quería despedirse de su familia, “Ninguno que pone su mano en el arado y mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”, es un llamado a un compromiso total. Como mujeres, a veces nos encontramos divididas entre el pasado y el futuro, entre lo que se espera de nosotras y lo que Dios nos llama a ser. Seguir a Jesús requiere una mirada firme hacia adelante, hacia lo que Él tiene preparado para nosotras.

¿Qué significa realmente “poner la mano en el arado” en el contexto del discipulado?

Esta metáfora sugiere un inicio decidido y comprometido. En la agricultura, una vez que la mano se pone en el arado, se requiere un enfoque total para garantizar que el surco sea recto y verdadero. Espiritualmente, esto simboliza el inicio del camino de seguimiento a Jesús, que debe hacerse con determinación y sin vacilaciones.

¿Cómo podemos entender el concepto de “no mirar hacia atrás” en nuestra vida diaria como cristianos?

“No mirar hacia atrás” implica no dejar que las antiguas maneras de vida, los antiguos valores, o las tentaciones pasadas desvíen nuestra atención del camino de Cristo. Es un llamado a la renovación constante de nuestra mente y espíritu, centrando nuestra vida y decisiones en los principios y enseñanzas de Jesús.

Como se ven estas verdades en nuestra vida diaria

 

Uso Intencional de Nuestros Recursos y Tiempo

Como seguidoras de Cristo, estamos llamadas a usar nuestros recursos y tiempo de manera que reflejen nuestro compromiso con Él. Esto implica ser intencionales en cómo gastamos nuestro dinero, cómo invertimos nuestro tiempo, y cómo usamos nuestros dones y talentos. Podemos preguntarnos: ¿Estoy usando mis recursos para glorificar a Dios y servir a los demás? ¿Estoy invirtiendo mi tiempo en cosas que reflejan los valores del Reino de Dios?

Respondiendo a las Tendencias Culturales y Sociales

Vivimos en un mundo donde las tendencias culturales y sociales a menudo chocan con nuestros valores como cristianas. Esto requiere de nosotras sabiduría y discernimiento para saber cómo responder y actuar. Debemos estar firmes en nuestra fe y valores, incluso cuando esto signifique ir contra la corriente. 

Toma de Decisiones Importantes en la Vida

Cuando enfrentamos decisiones importantes en la vida, este versículo nos sirve como una brújula. Ante cada decisión, ya sea relacionada con nuestra carrera, relaciones personales, o cualquier otro aspecto importante, podemos preguntarnos: ¿Esta decisión me acerca a Cristo? ¿Refleja un compromiso genuino con los valores del Reino de Dios? Al mantener a Cristo en el centro de nuestras decisiones, aseguramos que nuestras elecciones estén alineadas con nuestra fe y llamado.

Nuestra vulnerabilidad nos impulsa a depender de Dios:

Al reflexionar sobre el desafío de vivir un discipulado genuino en el mundo moderno, es esencial reconocer nuestra propia vulnerabilidad. Como mujeres, a menudo nos encontramos navegando en un mar de expectativas y presiones, tanto externas como internas, que pueden hacer que nuestro camino con Cristo se sienta abrumador. Esta vulnerabilidad, sin embargo, no es motivo de desánimo, sino una oportunidad para profundizar nuestra relación con Cristo.

La verdad es que no podemos seguir a Jesús con la integridad y el compromiso que demanda Lucas 9:57-62 por nuestra propia fuerza. Nuestra naturaleza humana es frágil y propensa a desviarse; nuestras mejores intenciones a menudo se ven eclipsadas por las distracciones y tentaciones de la vida diaria. Es aquí donde la necesidad de una relación íntima con Cristo se vuelve indispensable.

Al reconocer nuestra vulnerabilidad y dependencia, somos llamadas a acercarnos a Cristo con corazones humildes, abiertos y Enseñables, buscando conocerle más cada día. Esta relación íntima con Él es la fuente de nuestra fuerza, sabiduría y guía. En la oración, la meditación en Su Palabra y la comunión con otros creyentes, encontramos el alimento espiritual y el apoyo necesario para crecer en nuestra fe y vivir gozosamente nuestro llamado.

En esta intimidad con Cristo, descubrimos un amor incondicional que nos acepta y nos transforma. Aprendemos a ver nuestras debilidades no como barreras, sino como puentes que nos llevan a una mayor dependencia de Su gracia. Y en esa dependencia, encontramos libertad: la libertad de vivir sin miedo, la libertad de tomar decisiones que reflejen nuestro compromiso con el Reino, y la libertad de ser auténticamente nosotras mismas en Él.

Por lo tanto, hermana, mientras nos esforzamos por seguir a Cristo en un mundo lleno de contradicciones, recordemos siempre nuestra necesidad de Él. Acudamos a Su presencia cada día, buscando conocerle más profundamente, amarle más sinceramente y seguirle más de cerca. En esta relación íntima con Cristo, encontraremos la fuerza para vivir nuestro discipulado con gozo y propósito, brillando como luces de Su amor y verdad en un mundo que tanto lo necesita.


Con Cariño, Yadima Cornejo