El regalo más grande de todos: “Llamarlo Padre”
En los momentos de descanso, cuando me recuesto en la cama y observo el techo, mi mente se llena de pensamientos, pero uno de los más frecuentes es el de tratar de comprender el amor de Dios, y es que si tratara de contar mis faltas, nunca terminaría, por lo que resulta verdaderamente asombroso para mí comprender cómo un Dios que ama la justicia y aborrece la iniquidad puede amarme y colmarme de bendiciones cada día. Su palabra dice:
“Porque la paga del pecado es muerte, pero el regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor.” – Romanos 6:23
Significa que por un solo pecado merezco la muerte, y esa sería la retribución justa por mi desobediencia. ¿Pero acaso mi Dios es injusto al no castigarme? De ninguna manera, ¡Jesucristo es la respuesta! Él satisfizo la ira santa de Dios. Es por eso que mi alma se llena de gozo y gratitud al creer en Jesucristo, quien me liberó del castigo más cruel: estar separado de mi Padre Celestial para siempre.
“No nos ha tratado según nuestros pecados ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades.” – Salmos 103:10
“Pero él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades; el castigo que nos dio paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos sanados.” – Isaías 53:5
¿Cómo podré agradecer tan inmenso regalo de nuestro Padre?
Muchas mujeres han luchado toda su vida con el sufrimiento de no haber recibido afecto de sus padres terrenales, es realmente difícil vivir con esa ausencia en nuestros corazones cuando no hemos entendido el gran amor de nuestro padre Celestial que nos llena de afectos y detalles cada día:
- Su amor eterno que nunca falla.
- Su gracia abundante que nos cubre.
- Su perdón que nos libera de culpa.
- Su misericordia que nos sostiene en tiempos difíciles.
- Su paz que sobrepasa todo entendimiento.
- Su guía en cada paso que damos.
- Su consuelo en medio de las tristezas.
- Su provisión en todas nuestras necesidades.
- Su Espíritu Santo que nos fortalece y capacita.
- Su Palabra que nos instruye y da vida.
¡Qué privilegio tan grande es poder llamarlo “Padre”, mi Padre amoroso y fiel!
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.” (1 Juan 3:1)